Muchas veces los edificios son espacios en tránsito. Sus formas albergan distintos usos en el tiempo, las cambian exigiendo nuevas transformaciones. El reto de la arquitectura es poder reutilizar obras para programas jamás pensados por sus proyectistas. Este el caso de Horno 3, una antigua fábrica de acero ahora convertida en museo, un parque urbano para la ciudad.
Los inicios de la modernidad nos llevó a la idea de maquina
como un sistema capaz de industrializar todos los procesos de la vida cotidiana para un mejor vivir. Hoy en día estos sistemas empiezan a convertirse en redes verdes de circuitos orgánicos. La materia es la naturaleza para construir y habitar.
La aceleración de la modernidad, no solamente en sus formas arquitectónicas, también en sus dinámicas económicas y sociales nos ha dejado grandes cambios, de los cuales muchos de ellos se observan en el paisaje. Este se convierte en testimonio de procesos culturales que modifican las ciudades abriendo paso a nuevas transformaciones. El reciclaje de la arquitectura debe ser entendido como un tipo de problema específico para la disciplina. Cómo adaptar formas y programar espacios construidos es una pregunta para responder frente a los grandes cambios que atraviesan nuestras urbes.
Horno 3 de Harari Landscape es un proyecto que ha entendido estos cambios como una oportunidad para construir nuevos paisajes. Una antigua fábrica de acero es convertida en parque cultural. Cada una de las formas que inicialmente eran consecuencia de un planteamiento técnico para el funcionamiento de la fábrica ahora se transforman en espacios de contemplación y entretenimiento.
Espejos de agua, terrazas verdes y cubiertas con sombra son las estrategias que predominan en este circuito cultural. El objetivo es sin duda, humanizar estas estructuras tanto como nosotros sensibilizarnos con una estética distinta: convivir armónicamente en un espacio industrial.
Un techo verde cubre distintos espacios que permiten generar un nuevo paisaje vegetal sobre la industria. Este plano se convierte en una alfombra vegetal que abraza todo el conjunto. Las formas de estos jardines están en relación con el proyecto inicial de la industria. Generando un diálogo entre estas dos obras en el tiempo.
Cada espacio es un lugar de contemplación. Aquí no solo se reciclan formas sino vistas. La dureza de estos edificios de acero aquí se convierten en un homenaje al material.
Las torres son el icono de este complejo. Mantener este símbolo ha sido una gran apuesta que pone en tensión el concepto tradicional de parque. Nos obliga a repensar la idea de un jardín bucólico para habitar un paisaje híbrido donde la estética de una antigua industria puede convivir con nuevos usos culturales.
Horno 3 es un museo de acero. La mejor forma de explicar estos materiales es por oposición. Aquí la naturaleza convive constantemente con las antiguas estructuras del edificio. Es una oportunidad para hacer de la memoria un espacio vivo, alimentándose en la continuidad de formas que se yuxtaponen sin arrasar con el pasado. Más bien, operan bajo el deseo de convivir con él.